17/03/08

ACTO FALLIDO No. 10 (parte 2)

...entreabrió la boca dejando escapar lentamente un delgado hilillo de humo gris, casi podría decirse que su rostro tomó la forma de un dragón aletargado que resoplaba plácidamente.
- ¿Te molesta?
- No, yo también fumo.
- Me refiero a la compañía. Dijo ÉL secamente.
ELLA se sentía un poco intimidada. Cuando una conversación se inicia mal con un desconocido y de entrada es uno quien da el mal paso, es como si el interlocutor llevara la ventaja sobre el otro. ELLA ya se había equivocado, así que midió cautelosamente sus palabras.

- La verdad prefiero ir a descansar, mañana debo despertar temprano.
- ¿Por qué?

Por su acento debía ser italiano, pero algo más en su voz delataba el uso cotidiano de alguna otra lengua. ÉL no era más alto que ELLA y tendrían la misma edad. Sólo que su rostro lucía resquebrajado por el sol y en la impenetrable negrura de sus ojos se adivinaba un dejo de tristeza que lo hacían ver mayor de lo que probablemente era.
Con algo de desconfianza y suponiendo que su respuesta sería inteligente y tajante como para dar punto final a la conversación, Ella dijo sin más.

- No tengo nada que hacer, pero cualquier cosa que haga, prefiero que sea muy temprano.

ÉL la miró con detenimiento y comenzó a recorrerla con la mirada. Tal confianza la hizo sonrojar. Al menos dos metros de distancia los separaban, sin embargo ELLA no pudo evitar sentir que su espacio vital había sido traspasado. Su mirada era indescifrable, parecía sólo un joven estudiante de ciencias mirando a su objeto de estudio. Intentó responder pero las palabras no acudían en su auxilio.
Ignorando por completo lo que ELLA había dicho, añadió.

- ¿Quieres un té?.

Luego sonrió. Su sonrisa era parecida a la de un niño que busca compañía para iniciar un juego. A la fecha ELLA no sabe por qué accedió, pero no pasa un segundo en que se arrepienta de haberlo hecho.
Charlaron toda la noche. Supo su nombre. Supo que se apellidaba Desimone. Supo también que había nacido en un pueblo llamado Monterosso al mare y que su padre lo había llevado, a muy corta edad, a vivir a Alemania tras la sorpresiva muerte de madre. En Alemania su padre contrajo nupcias con una española, por eso había aprendido un tercer idioma. Como casi todos los adolescentes, se reveló al padre y a su madrastra, así que a los 15 años había regresado a su pueblo natal a vivir con su abuela materna. Dijo ser músico, tocaba la viola al igual que su madre.
Desimone hablaba de sí mismo con avidez, a ELLA le daba la impresión de que quería escupir toda su vida esa misma noche. La narración era por momentos un tanto confusa, iba y venía de un acontecimiento a otro sin ligazón. Incluso ELLA debía hacer esfuerzos por seguirlo mientras hablaba, procurando no interrumpirlo, porque tuvo la sensación de que si lo hacía, él perdería las ganas de decir y entonces podría suceder algo terrible. Cada que él terminaba de contar algún pasaje de su vida, se aliviaba, como si los recuerdos fueran una pesada carga. Nada de lo que Desimone le platicó fue particularmente trágico. Incluso la muerte de su madre, la cuál, resumió en algunas breves palabras carentes de sentimiento. Pero el dolor estaba en otra parte, ELLA no sabía dónde, pero ahí estaba.

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