12/08/08

Hotel Barca (Parte 1 de 2)

Hubiera podido jurar que estaba muerto. Estoy casi segura que la última vez que lo vi, yo tenía un revolver en la mano, apuntaba directamente entre sus ojos y él me miraba aterrado. De verdad creía que estaba muerto, sin embargo he recapitulado paso a paso toda la noche de ese día de invierno, e irremediablemente me topo con una laguna justo cuando mi dedo se posa en el gatillo.
En caso de que no hubiera muerto, entonces no logro explicarme cómo es que él escapo y cómo es que mi mente ha jugado de tal manera, que llevo 2 años con la absoluta certeza de haberlo asesinado. Hoy lo vi. Pasó a menos de un metro de distancia, vestía como siempre, quizá lucia un poco más delgado y hasta podría afirmar que tenía un aspecto de enfermo, anémico sería lo correcto. Caminaba aprisa, en una mano llevaba un portafolio de piel marrón y en la otra el New York Times. Por supuesto no se percató de mi presencia, siguió de largo sobre la calle Amores. Mi primer impulso fue seguirlo, pero he de confesar que mis piernas no me respondieron. Una vez que lo perdí de vista, logré ponerme de pie y camine hasta el hotel. No he salido en toda la tarde. En mi cabeza rondan distintas teorías y hasta el momento me ha obsesionado una de ellas.
Quizá le disparé, pero mi deficiente puntería, alcanzó apenas a rozarle. El shock habrá borrado de mi mente la reconstrucción de los hechos, pero los he inventado a partir de lo que me ha parecido más lógico. Cuando él cayó herido, de un hombro o hasta de una oreja, yo debí correr con la idea de haberlo matado. Él, después de curarse por sí mismo, (De lo contrario tendría que haberme denunciado en el hospital o con la policía) decidió tomar venganza, la cual ha planeado pacientemente durante los últimos dos años. Ese, supuestamente, casual encuentro hoy por la mañana, no es más que un aviso, una advertencia de que me acecha.
No he salido del hotel y me siento vigilada. Aún tengo el revolver. Aún podría apuntarle a la cabeza.

08/08/08

Y él dijo: - Estoy orgulloso de no ser tibio-
Yo no pude evitar sonreír a medias y pensé que no sólo es tibio, si no que es un cobarde.