26/07/08

FASE MOR No.6


O. va sentada en el vagón del metro, tiene mucho sueño pero teme quedarse dormida. El tren se detiene y no hay nombre en la estación, no sabe donde está, no sabe cuánto tiempo lleva viajando. S. sube al vagón, O. finge buscar algo en su bolso para no encontrar su mirada. S. se sienta justo atrás de O. que comienza a sangrar de la nariz. Se pone de pie y sale corriendo al andén. S. la mira e intenta ir hacia la puerta, pero se cierra.
O. huye, sube las escaleras y llega a la misma calle de donde salió.

ACTO FALLIDO No. 10 (parte 5)

ELLA tomó su backpack y salió en silencio de la habitación, procurando no despertar a sus compañeras de litera. Comenzaba a refrescar y en las plantas que rodeaban el jardín central se había acumulado el rocío de la mañana. El sol luchaba por salir de entre las grises nubes que presagiaban un día húmedo. Respiró profundo y camino hacía el pequeño cuarto del velador, para entregarle la llave y saldar la cuenta del hostal. Desde dentro el señor le pidió, con voz ronca y amodorrada que lo esperase diez minutos, así que se sentó en la banqueta. –Estoy listo- ELLA volteó sobresaltada. Era Desimone con maleta en mano, estuche de violín y un termo de café. No pudo evitar sonreírle, estuvo a punto de rechazar su compañía, pero al verlo parado con una sonrisa que rayaba en lo tonto, le pareció tan pequeño, tan infantil que temió hacerle daño. Aceptó con una leve inclinación de cabeza.
Mientras esperaban en la estación de autobuses, tuvo la sensación de sentirse obligada a la compañía, pero lo hecho estaba y ahora sería vulgar retractarse, se tranquilizó pensando que a lo más pasaría una semana en la playa, el dinero era cada vez más escaso y apenas tendría lo suficiente para regresar a casa, si es que aún la tenía.
ELLA vivía en un departamento que compartía con varios chicos de la universidad, con quienes no había tenido comunicación desde que partió y era muy probable que su habitación ya hubiera sido ocupada por algún amigo o amante en turno de sus compañeros.
La angustia de regresar le carcomía profundamente y ni siquiera se dio cuenta que Desimone no había parado de hablar desde que salieron del hostal. Le narraba a detalle anécdotas de su viaje, de haberle puesto atención, sabría que él la había visto varias veces antes de atreverse a hablarle la noche anterior, Desimone interpreto su indiferencia como un rasgo fascinante, un tanto de frialdad e inaccesibilidad era justo lo que él buscaba.
Para la tercer hora de viaje ya reían a carcajadas y el cotidiano se había disipado por completo. Era muy parecido a viajar con alguien a quien se aprecia por el sólo hecho de compartir la misma necesidad de huir.
Cuando llegaron a su destino el ocaso comenzaba a caer sobre el pueblo costero, así que lo más prudente fue buscar rápidamente un lugar para acampar, mientras ELLA montaba la casa de campaña, él salió a buscar víveres para pasar la noche. Hacia lo madrugada se besaron, más por soledad, más por miedo, más por sentirse aferrados a algo que por un deseo compartido.
De lo que hablaron ya no se acordarían tiempo después, pero la sensación de tener un cuerpo cálido esa noche, era un recuerdo lo suficientemente importante como para recurrir a él durante varias noches.