24/03/08

ACTO FALLIDO No. 10 (parte 3)

La mañana comenzaba a refrescar, así que ELLA apretó sus piernas contra el pecho y comenzó a frotarse los brazos para darse calor. Desimone interrumpió su relato.
-Iré por una frazada.-
Se puso de pie rápidamente y en dos zancadas llegó a su dormitorio. ELLA estuvo a punto de soltar una carcajada por la manera tan cómica e intempestiva en que se puso de pie. Pensó que quizá le estuviese mintiendo acerca de su vida, porque a pesar de la extraña narración, era como si Desimone planeara cada palabra que decía, incluso hubo momentos en que daba la impresión de que aprendió de memoria cada anécdota. Después de un rato, ELLA pensó que no regresaría, así que se preparo para regresar a su cama. Desimone salió de su cuarto con una frazada.

- ¿Te vas?

ELLA se sintió sorprendida y con una sonrisa tonta le explicó que iba por una frazada también, porque el frío era insoportable. Él traía dos frazadas que le mostró, entonces ella no tuvo más remedio que regresar a la banca. Debajo de las frazadas Desimone descubrió una botella de vino blanco y un elegante sacacorchos.

-Vamos a festejar- Dijo sonriente
- ¿Qué se festeja?
- Que he encontrado a alguien que sabe escuchar.

Descorchó el vino y bebieron en silencio a cuello de botella. Él le confesó que hacía cuatro meses que no hablaba con nadie, más allá de lo absolutamente necesario. Nunca le explicó por qué la había elegido para ser su escucha y a ELLA tampoco le interesó saberlo.
Vieron el amanecer. ELLA, acostumbrada a ver muchos amaneceres, supo que éste sería recordado para siempre y siempre tendría el sino de la tristeza.
Unos momentos después de que el cielo perdió la tonalidad naranja, ELLA se despidió de Desimone, quién le dio un tierno beso en la frente y se quedó acostado en el camastro.
ELLA entró a su cuarto. No tenía sueño y tampoco tenía ganas de seguir en aquella ciudad, había llegado el momento de partir. Tras pensar unos instantes, decidió que la playa sería un buen lugar, también supo que el final de su viaje se aproximaba. La nostalgia por su hogar comenzaba a manifestarse en forma de un profundo hueco en el plexo solar.
De puntillas, para no despertar a las huéspedes con quienes compartía habitación, sacó su backpack y comenzó a empacar. Calculaba que si tomaba el autobús a las ocho de la mañana, estaría llegando a la playa hacia el atardecer, sería un poco complicado encontrar alojamiento a esa hora, pero siempre había gozado de muy buena suerte a la hora de buscarse un nuevo destino.

17/03/08

ACTO FALLIDO No. 10 (parte 2)

...entreabrió la boca dejando escapar lentamente un delgado hilillo de humo gris, casi podría decirse que su rostro tomó la forma de un dragón aletargado que resoplaba plácidamente.
- ¿Te molesta?
- No, yo también fumo.
- Me refiero a la compañía. Dijo ÉL secamente.
ELLA se sentía un poco intimidada. Cuando una conversación se inicia mal con un desconocido y de entrada es uno quien da el mal paso, es como si el interlocutor llevara la ventaja sobre el otro. ELLA ya se había equivocado, así que midió cautelosamente sus palabras.

- La verdad prefiero ir a descansar, mañana debo despertar temprano.
- ¿Por qué?

Por su acento debía ser italiano, pero algo más en su voz delataba el uso cotidiano de alguna otra lengua. ÉL no era más alto que ELLA y tendrían la misma edad. Sólo que su rostro lucía resquebrajado por el sol y en la impenetrable negrura de sus ojos se adivinaba un dejo de tristeza que lo hacían ver mayor de lo que probablemente era.
Con algo de desconfianza y suponiendo que su respuesta sería inteligente y tajante como para dar punto final a la conversación, Ella dijo sin más.

- No tengo nada que hacer, pero cualquier cosa que haga, prefiero que sea muy temprano.

ÉL la miró con detenimiento y comenzó a recorrerla con la mirada. Tal confianza la hizo sonrojar. Al menos dos metros de distancia los separaban, sin embargo ELLA no pudo evitar sentir que su espacio vital había sido traspasado. Su mirada era indescifrable, parecía sólo un joven estudiante de ciencias mirando a su objeto de estudio. Intentó responder pero las palabras no acudían en su auxilio.
Ignorando por completo lo que ELLA había dicho, añadió.

- ¿Quieres un té?.

Luego sonrió. Su sonrisa era parecida a la de un niño que busca compañía para iniciar un juego. A la fecha ELLA no sabe por qué accedió, pero no pasa un segundo en que se arrepienta de haberlo hecho.
Charlaron toda la noche. Supo su nombre. Supo que se apellidaba Desimone. Supo también que había nacido en un pueblo llamado Monterosso al mare y que su padre lo había llevado, a muy corta edad, a vivir a Alemania tras la sorpresiva muerte de madre. En Alemania su padre contrajo nupcias con una española, por eso había aprendido un tercer idioma. Como casi todos los adolescentes, se reveló al padre y a su madrastra, así que a los 15 años había regresado a su pueblo natal a vivir con su abuela materna. Dijo ser músico, tocaba la viola al igual que su madre.
Desimone hablaba de sí mismo con avidez, a ELLA le daba la impresión de que quería escupir toda su vida esa misma noche. La narración era por momentos un tanto confusa, iba y venía de un acontecimiento a otro sin ligazón. Incluso ELLA debía hacer esfuerzos por seguirlo mientras hablaba, procurando no interrumpirlo, porque tuvo la sensación de que si lo hacía, él perdería las ganas de decir y entonces podría suceder algo terrible. Cada que él terminaba de contar algún pasaje de su vida, se aliviaba, como si los recuerdos fueran una pesada carga. Nada de lo que Desimone le platicó fue particularmente trágico. Incluso la muerte de su madre, la cuál, resumió en algunas breves palabras carentes de sentimiento. Pero el dolor estaba en otra parte, ELLA no sabía dónde, pero ahí estaba.

16/03/08

ACTO FALLIDO No. 10 (parte 1)

Hacía más de tres semanas que ELLA había llegado a un hostal del centro. El viaje fue planeado por una necesidad de escaparse de aquel hombre que, ya para entonces, le había arrebatado algo que ella llamaba "independencia", poco después se daría cuenta que era amor y el amor era cosa bastante complicada en esos momentos. ELLA no tenía la intención de encontrar amigos durante su recorrido, sin embargo no pudo evitar entablar largas charlas con los jóvenes que pasaban por el hostal. A veces lograba sentirse a gusto con uno que otro huésped, pero cuando al fin se sentía en confianza, ellos o ELLA tenían que partir para continuar su viaje, viaje que la mayoría de las veces, carecía de un final lo bastante claro, como para tener la certeza de volverse a encontrar en el camino.
Una calurosa noche de verano, ELLA salió al patio a tomar el fresco. Esa era una de sus actividades favoritas. Junto a los camastros de reposo, había un pequeño jardín sembrado con "huele de noche" y algunos árboles frutales. ELLA se quedó largo rato contemplando la penumbra, los pensamientos que la asaltaban eran lentos y confusos, como gordas orugas que se desplazaban de un lugar a otro sin rumbo fijo. De pronto, el sonido de una mecha encendiéndose la sobresalto, miró en todas direcciones tratando de encontrar el origen del sonido, sin embargo, lo único que pudo percibir fue olor a tabaco. Con cierta vergüenza, se puso de pie y se encamino hacia su recámara, la soledad de la noche había sido violada, por lo que ya no merecía la pena seguir ahí exponiendo su silencio. Cuando estaba a punto de retirarse sintió sobre su espalda el peso de una mirada, su estómago se apretó en un sobresalto, como por instinto, volteó violentamente. ÉL estaba tras ELLA, la miraba fijamente sin expresión alguna. Permanecieron unos segundos parados frente a frente sin decir palabra. ÉL dio una larga bocanada a su cigarro...

02/03/08

"Durante los dos meses siguientes, estuve haciendo el amor con la prima de Izumi tan apasionadamente que parecía que se me fuera a fundir el cerebro. No íbamos nunca al cine, no salíamos nunca a pasear. Jamás hablábamos de nada. Ni de literatura ni de música ni de la vida ni de la guerra ni de la revolución. Sólo hacíamos el amor. Algo sí debíamos decir, claro. Pero no me acuerdo de qué. Lo único que recuerdo son imágenes precisas, concretas. El reloj despertador junto a la almohada, la cortina que colgaba de la ventana, el teléfono negro sobra la mesa, la fotografía del calendario, sus ropas tiradas por el suelo. Y el olor de su piel, y su voz. Jamás le pregunté nada y ella tampoco me preguntó nada a mi...."
Haruki Murakami

Sobre todo, el olor de su piel.