Si Ella hubiera sabido de antemano que el contacto casual se volvería absolutamente vital, jamás habría salido de su casa aquella noche, hace ya miles de años.
En alguna ocasión, mientras caminaban, ella le dijo, - Me gusta cuando te ríes, así, tan liviano.-
Hoy sigue pensando lo mismo, no puede evitar amarlo cuando se ríe, cuando la abraza, incluso cuando lo odia por ser quien es.
A ella no le gustan las esperas, las respuestas y los juegos que no van en su favor. Ella lanza una moneda al aire, el estómago se aprieta, el pecho retumba…
Ojalá nunca hubiera salido de su casa aquella noche...o mejor aún, ojalá nunca hubiera regresado.
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