23/07/07

Lola Valerie Stein

¿Qué habría sucedido? Lol no se aventura lejos en el desconocimiento al que se abre este instante. No dispone de ningún recuerdo, ni siquiera imaginario, de ese desconocimiento, no tiene noción alguna. Pero cree que debía penetrar en él, que era lo que tenía que hacer, que hubiera resultado definitivo para su cabeza y para su cuerpo, su dolor más grande y su más grande alegría confundidos hasta en su definición, única pero innombrable a falta de una palabra. Me gusta creer, como creo, que si Lol es silenciosa en la vida es porque ha creído, durante la brevedad de un relámpago, que esa palabra podía existir. Carente de su existencia, calla. Sería una palabra-ausencia, una palabra-agujero, con un agujero clavado en su centro, ese agujero donde se enterrarían todas las demás palabras. No se habría podido pronunciarla, pero se habría podido hacerla resonar. Inmensa, sin fin, un gong vacío, habría retenido a los que querían partir, le habría convencido de lo imposible, les habría hecho sordos a cualquier otro vocablo distinto, de una sola vez los hubiera nombrado, a ellos, al futuro y al instante. Faltando, esa palabra estropea a todas las demás por el hecho de faltar, las contamina, es también el perro muerto en la playa en pleno mediodía, ese agujero de carne. ¿Cómo han sido halladas las otras? Desprendidas de algunas aventuras paralelas a la de Lol V Stein, abortadas, pisoteadas y las masacres, ¡oh!, cuántas hay, cuántas historias inacabadas sangrientas a lo largo del horizonte, amontonadas, y, entre ellas, esta palabra, que no existe, está ahí sin embargo: os espera a la vuelta del lenguaje, os desafía, indómita, a levantarla, a hacerla surgir fuera de su reino horadado por todas partes a través del cuál fluye el mar, la arena, la eternidad del baile en el cine de Lol V. Stein.
M.D

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