Cuando se es feliz y más aún cuando hay cientos de razones para serlo, aparece de pronto un ser tristemente ególatra y necio. No señor, deberías saber que el mundo es más grande que tu propia terquedad. En momentos como éste, de verdad puedo arrepentirme de tantas cosas. Eres chiquitito y tu pequeñez te hace ser descocadamente fútil. No eres tú quien importa, ni tu vida, ni lo que te suceda... ¡Carajo!. Duele el estómago de pensarte y darme cuenta que no me conoces ni siquiera un poquito.
¿Mal gusto? Mal gusto el tuyo.
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P.D: Y si pudiera regresar el tiempo y volver al lunes en la noche, haría exactamente lo mismo...Porque muy a tu pesar, fue una gran noche.
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