Tengo tantas cosas que contarte. Contarte por ejemplo, que en las noches me da por llorar, que cuando estoy a punto de cerrar los ojos, comienza un zumbido intenso, me estremezco y comienzo a sentir frío en los pies, en el rostro. Me duele el pecho, tirito. Con debilidad suspiro, y el aire que tanto resguardo se colapsa violentamente en mi garganta, es entonces cuando intento decir mi nombre para asegurarme la existencia, temerosa de una transformación a la Gregorio Samza, es entonces que, cuando estoy a punto de hablar, un agudo gemido explota y lloro mucho, toda la noche. Hay veces en que los pensamientos se agolpan, se enciman unos con otros y la cama comienza a dar vueltas, mi respiración es estruendo y el aire se congela. También hay veces en que no pienso en nada. Me entretengo mirando el televisor, leyendo distraídamente un libro, mirando el techo...aún así el llanto me toma por asalto.
¿Será que estoy enferma?...he pensado que quizá el ambiente de la ciudad está contaminado por una epidemia silenciosa... Imagínate encontrar un hospital atestado de gente llorosa, con frazadas en las piernas y ungüentos en el pecho. -Enfermera, me duele el corazón y no puedo respirar. Abráceme, ¡No sea malita!-. Y que los médicos se pararan junto a las camillas para tomarnos las manos, y contarnos cuentos de soles y lunas, de niños que trepan a los árboles...así, hasta que el dolor se calmara. Al amanecer, cada enfermo se iría a su casa sin temor de recaídas.
Quisiera contarte que me siento mejor al hablar contigo, pero no es así. Espero volver a encontrarte algún día, quizá entonces tenga algo distinto que decirte.
Adiós.
2 comentarios:
hola lola
sobre todo me gustó este post, me sentí un poco identificada. saludos y seguiré visitando los fragmentos...
Hola marso: pues está medio feo identificarse con el post jaja. ojalá estes bien y se te quite la melancolía nocturna. saludos y gracias
Publicar un comentario